A lo largo de la evolución el ser humano ha desarrollado un extraordinario sistema sensorial, que mantienen a nuestro sistema nervioso central informado de todos los cambios que se producen en nuestro cuerpo. 

Uno de los sistemas más sofisticados de dicho sistema sensorial, es el de alarma de peligro, que se encarga de alertar al cerebro de que nuestro cuerpo está en una situación de riesgo. Y es este sistema de alarma el que ha conseguido que el ser humano y los animales lleguen hasta el día de hoy, puesto que es el encargado de rechazar instintivamente aquellas situaciones que nos perjudican o nos ponen en peligro.

Cuando algo afecta a los tejidos corporales, como puede ser la inflamación, retraso de cicatrización o simplemente tejidos que no están en forma o están poco utilizados, aparece dolor, que se manifiesta como una sensación desagradable en forma de pinchazo, hormigueo, picadura, ardor o molestia. 

Aunque es el cerebro el que toma la decisión de si hay dolor o no, entonces podríamos preguntarnos, ¿El dolor está en mi cabeza? Y si atendemos a la fisiología del dolor, debemos decir que sí, que el dolor está en el cerebro, de hecho, si no lo tuviéramos el dolor no existiría, no quiero decir con esto que el dolor no es real, porque sí lo es y mucho. (Entender esto es una gran herramienta para tratar el dolor crónico, pero ya volveremos a esto).

El tiempo de recuperación de un tejido está razonablemente definido, aunque puede verse alterado por varios factores, si hay alguna enfermedad (por ejemplo, la diabetes dificulta la cicatrización), o si es un tejido muy usado o incluso por los factores biopsicosociales (trabajo, estrés, alimentación, estados de ánimo, etc.).

Es cierto que hay veces que el dolor se mantiene en muchos casos, incluso habiendo pasado suficiente para que el tejido o la lesión se recuperara, es lo que conocemos como dolor crónico que por definición es: “una sensación nociceptiva que persiste continua de 3 a 6 meses”. Lo que ocurre en estas situaciones es que el cerebro concluye que la amenaza persiste y que necesitas toda la protección que puedas conseguir.

Las explicaciones sobre por qué ocurre esto pueden ser muy variadas, ya que se puede deber a cambios en el propio funcionamiento del sistema de alarma, cambios en el sistema nervioso periférico o cambios que el dolor hace en la médula espinal y en el cerebro

Según la Sociedad Española del Dolor (SED) entre el 40% y el 80% de las consultas médicas están relacionadas con el dolor, por lo que podemos decir que el dolor es la causa más frecuente en consulta. Además, la SED también nos dice que el 35% de los pacientes sufren dolor durante toda su vida. Por lo que la prevalencia del dolor crónico en España es bastante considerable.

El tratamiento farmacológico del dolor crónico, se realiza con analgésicos, opiáceos e incluso con antidepresivos, que lo que realizan es adormecer al sistema nervioso central, aunque este mantiene encendida la alarma del dolor, y ese adormecimiento no permite que se den los cambios necesarios para apagarla.

Decía Patrick Wall, “la fisioterapia es el gigante dormido del tratamiento del dolor”, y debemos darle la razón porque para el tratamiento tanto del dolor agudo como del dolor crónico, el paciente debe conocer las vías del dolor y por qué se produce, debe conocer su cuerpo, detectar movimientos erróneos y cambiarlos por movimientos idóneos, debe realizar cambios alimenticios buscando qué alimentos le están haciendo “daño” o no están ayudando a que ese sistema de alarma disminuya y por supuesto debe moverse, hacer ejercicio terapéutico. Decía mi profesor de afecciones quirúrgicas, Pablo Parra, “lo que se mueve, vive, lo que se para, muere” así que el reposo casi nunca es una buena opción.

Bibliografia:

  1. Treede, Rolf-Detlef; Rief, Winfried; Barke, Antonia; Aziz, Qasim; Bennett, Michael I; Benoliel, Rafael et al (junio de 2015). «A classification of chronic pain for ICD-11» [Una clasificación del dolor crónico para el CIE-11]. Pain (en inglés) (International Association for the Study of Pain) 156 (6): 1003-1007. PMID 25844555. doi:10.1097/j.pain.0000000000000160. 
  2. Toblin, Robin L; Mack, Karin A; Perveen, Ghazala; Paulozzi, Leonard J (junio de 2011). «A population-based survey of chronic pain and its treatment with prescription drugs» [Investigación basada en población de dolor crónico y su tratamiento con drogas de prescripción]. Pain (en inglés) 152 (6): 1249-1255. PMID 21397401. doi:10.1016/j.pain.2010.12.036. 
  3. Zegarra Piérola, Jaime Wilfredo (2007). «Bases fisiopatológicas del dolor». Acta Med Per 24(2) 2007 24 (2): 105-108.
  4. Mills, Sarah apellidos2=Torrance (enero de 2016). «Identification and Management of Chronic Pain in Primary Care: a Review» [Identificación y manejo del dolor crónico en la atención primaria: una revisión]. Curr Psychiatry Rep (en inglés) 18 (2): 22. PMID 26820898. doi:10.1007/s11920-015-0659-9.
  5. Libro: Explicando el dolor. David S. Butler, G. Lorimer Moseley. Noigroup Publications, 2010 – 129 páginas

Webgrafía:

  1. https://medlineplus.gov/spanish/chronicpain.html
  2. https://cincodias.elpais.com/cincodias/2017/02/24/empresas/1487959054_228354.html

Rafael Filguera.

Fisioterapeuta Col. 41/6289.